viernes, 7 de agosto de 2015

¿Irresponsable yo?





Es muy probable que en algún momento de nuestras vidas hayamos dicho algo que no hicimos, le prometimos a alguien que contaría con nosotros de forma incondicional, casi sin importar hora o fecha, pero fallamos, todo quedó en palabras. Así como también hemos tomado acciones que claramente afectan a otros, y aún así no dejamos de hacerlo. Ciertamente, algunos acontecimientos no son tan vitales y los dejamos pasar, pero ¿qué sucede cuando actuamos constantemente de forma irresponsable? ¿Cómo recuperar la confianza que nos dio el otro? Es una tarea complicada, que no sólo requiere tiempo sino también una disposición que siendo habitualmente irresponsables, no tenemos. 

A nadie le gusta que le digan que es un irresponsable, y quienes lo admitan libremente, quizá estén siendo sarcásticos. Es un golpe al ego que otro nos lo diga y casi de inmediato nos excusamos y damos una larga explicación del por qué no pudimos cumplir, los irresponsables son los magos de las excusas: "¿irresponsable yo? Para nada, lo que pasó es que mi perro se enfermó, mi novia me dejó y había paro de transporte ese día" y muchas veces aceptamos esas explicaciones aunque parezcan falsas y hasta las justificamos: "sí, a cualquiera le pasa" y está bien, puede que sí, pero ¿qué pasa entonces si se vuelve frecuente? Ya se le murió casi toda la familia, ya no tiene perro, tampoco tiene novia y el transporte volvió a la normalidad, aún así, continúan las excusas, ahora más elaboradas y hasta más "veraces", ¿podrías confiar en alguien así?

Ser irresponsable se presenta como un rasgo de personalidad, que sí, podría ser patológico debido a su frecuencia y afectará significativamente el entorno de esa persona. Aún así, como bien dije, es probable que alguno de nosotros alguna vez haya incurrido en una falla y haya pecado por irresponsable; el punto básicamente es tratar de ser coherentes entre lo que decimos -prometemos- y hacemos para disminuir la cantidad de conflictos que este tipo de conducta pueda generar. Es común que alabemos a aquellos que son responsables y consideremos esto una virtud, ¿qué tal estaríamos si imitáramos un poco esta conducta? Mucho mejor ¿no?

Una de las características más obvias en las personas irresponsables es que tienen un historial de fallas que incluyen mentiras y que muchas veces son fáciles de detectar, esto afecta sin duda alguna el nexo que exista con esa persona y se va haciendo más frágil hasta que se rompe. El mayor problema del irresponsable es adoptar una postura "relajada", como diríamos en Venezuela, alguien "light", que todo lo hace a último momento, convirtiéndose así en un excelente procrastinador. Y por supuesto, debido a esta falta de previsión o meditación, podría salir todo mal, aunque sabemos que muchos de ellos, mágicamente se salen con la suya. 

Es justo esa sensación de "buena suerte" la que no le permite al irresponsable dejar de ser así, porque considera que no hace falta planificar y que como vaya viniendo, va viendo. Si bien planificar demasiado no garantiza el éxito de lo que queramos hacer, es prudente tratar de disminuir la mayor cantidad de posibles errores ante esa decisión importante o ese nuevo proyecto que queremos emprender. Si no existe un plan en nuestra mente, lo más probable es que todo sea improvisado y por lo tanto, habrá mayor espacio para fallar.

Otra característica del irresponsable es la dificultad para decir no, por eso muchos podrían parecer irresponsables no porque quieren sino porque se comprometieron a hacer varias acciones que no pudieron cubrir. Tenemos limitaciones y hay que reconocerlas, si te citas con dos personas a la misma hora en diferentes lugares, a alguna le vas a incumplir pues es evidente que no podrás estar en ambos sitios al mismo tiempo. Las recomendaciones son simples: organizar las tareas fijando horarios tentativos, saber si existe la posibilidad real de cumplir, ser más previsivo, establecer prioridades y si aún así la situación se escapa de tus manos, comunicarlo apenas lo notes, seguro el otro entenderá.

Volver a confiar en alguien que constantemente te falla y le falla a otros, es una tarea, para muchos, imposible. Resulta más fácil y cómodo alejarse de estas personas, pero puede que en algún punto comprendan que su actitud ante ello no sólo los afecta directamente sino que también daña a su entorno. Nadie cambia porque otro se lo pida, así que toca observar cómo el irresponsable aprende de su experiencia y de aquello que las personas más significativas le hagan saber (es a los únicos que va a escuchar) y sólo teniendo evidencia de un cambio concreto, puede que valga la pena confiar otra vez. 

Si eres tú el irresponsable, trata de colocarte en los zapatos del otro, piensa cómo te sentirías si te dicen que harán algo por ti y no lo hacen, reflexiona acerca de las veces que les has fallado a quienes aprecias, recuerda las "mentiras blancas" que dijiste y que se hicieron tan grandes que ya no te pudieron creer más y la confianza que perdiste por algo tan simple como hacer lo que dijiste que harías. Revisa las consecuencias, vale la pena intentarlo. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario