domingo, 28 de junio de 2015

Intensamente y la psicología de las emociones


Tranquilos, NO se trata de un spoiler sobre la película de Pixar Intensa-Mente (Inside Out) pero sí tiene que ver con lo que la misma muestra acerca de las emociones y de eso les quiero hablar.

Hay quienes muestran una gran dificultad para identificar emociones, tanto en sí mismos como en los demás y algunos padecen algo llamado “alexitimia”, entendido como la incapacidad de expresar verbalmente las emociones, más que la ausencia de las mismas. También tienen problemas para diferenciar entre una emoción y otra, teniendo entonces que pueden sentir más no saben expresar ese sentimiento. Y de acá surgió mi interés sobre el contenido de la película antes mencionada, donde las emociones primarias (alegría, tristeza, ira, miedo y desagrado) utilizan un mecanismo asombroso para controlar la vida de una niña, desde su nacimiento.

Intensa-Mente es una representación genial de las emociones, es movilizadora y toca la etapa común en todos nosotros: la infancia. Además, es un excelente ejercicio para algunos alexítimicos que no han logrado hacer contacto entre lo que sienten con su lenguaje expresivo; se observan montones de transiciones emocionales y también cuáles son las conductas asociadas a respuestas emotivas. Es posible darnos cuenta de cómo van apareciendo las emociones de acuerdo con los estímulos que pasan por nuestro sistema sensorial. Lo que vemos, tocamos, sentimos, olfateamos y degustamos se traduce en lenguaje emocional, nos puede gustar o no y aún así suele ser una tarea tediosa explicar tal emoción de agrado o de desagrado. Me dirán “si te gusta es porque te hace sentir bien”, ¡Claro! ¿Pero qué es sentirte bien? ¿Qué emoción es esa? Probablemente se derive de la alegría, pero no necesariamente es alegría. Y quizá esté mezclada con otra emoción, porque al comienzo era placentero y de un instante a otro ya no lo es. ¿Qué pasó allí? Les explico, hubo una transición emocional, porque sí es posible pasar de una emoción a otra, depende siempre del estímulo percibido.

Actualmente observamos la gran importancia que se le dan a las emociones para describir mejor cómo se manifestó el otro; identificamos si está alegre, triste, molesto, asustado o si algo no es de su agrado con tan sólo mirar sus gestos. Esto no sucede “porque sí”, es la amígdala cerebral la encargada de desencadenar una respuesta emocional, aún sin que nuestra razón haya comprendido lo que ocurrió. El estímulo percibido toma un atajo directo a nuestra amígdala y así se obtiene la respuesta emocional. Además, la amígdala puede acoger recuerdos y repertorios de respuestas anteriores y las podemos repetir de manera automática. La amígdala cerebral es nuestra memoria emocional.

De esta forma, dándole rostro a la alegría (así como en la película) podemos identificar qué otras emociones se derivan de ella: asombro, deleite, satisfacción, euforia. Lo mismo con la tristeza: pesimismo, melancolía, pena, soledad. Sin duda es menos complejo si identificamos emociones a partir de cómo se ven, y ese es el primer paso para lograr comprenderlas. Comprender una emoción implica estar atento y consciente de que la estamos experimentando.

Aprendamos a sentir. Identificar, comprender y describir mejor cómo nos sentimos puede lograrse con el entrenamiento adecuado.

martes, 16 de junio de 2015

Las ventajas del duelo






El duelo, en su etimología, está relacionado con el dolor. El duelo, duele, y justamente se suele creer que hay que evitar el sufrimiento, que el dolor es negativo y lo correcto es mantenerse “fuerte” aún en la adversidad. Poco nos enseñan que cualquier proceso de separación o de pérdida, implica dolor (esto lo sabemos) y hay que experimentarlo (esto no lo sabemos) ¿Por qué? Porque consiste en una elaboración interna de cada adiós, de cada “nos vemos pronto” y cuando necesariamente debemos soltar lo que no queremos dejar ir. En este sentido, el duelo presenta algunas etapas comunes en la mayoría de las personas: negación, ira, tristeza, negociación y aceptación. Cada una de ellas va a ser afrontada de acuerdo con los recursos psicológicos de cada quien, es decir, su capacidad para atender, comprender y regular emociones, su nivel de criterio, la forma en la que se relaciona con los otros, su capacidad de adaptabilidad, necesidades afectivas, creencias acerca del abandono o la soledad, autoanálisis, la tolerancia a la frustración, su concepción de apegos y la manera en la que es capaz de reconocer sus fallas y convertirlas en oportunidad de crecimiento. 

Nos han educado contra la aceptación del dolor, porque sentirlo es sinónimo de desgaste y es una amenaza a nuestra integridad psicológica. No necesariamente es así. Entre las ventajas del duelo, tenemos: 

Nos permite re-conocernos mejor y mirarnos en “las malas”: y también, cómo nos defendemos cuando nos tocan el tema de la ruptura o de haber emigrado, cuando insisten en recordarnos la muerte de ese ser querido y lo evitamos retirándonos del lugar o haciéndonos los sordos, cuando la tristeza es tanta que sólo nos echamos a llorar pero una vez pasa, comprendemos que fue tan malo. 

La evitación es una estrategia que conductualmente podría ser positiva (me retiro, vuelvo y afronto mejor) pero cognitivamente es casi imposible, de hecho, lo que sucede es que comenzamos a reprimir el afecto, bajo la creencia “si no me permito sentir, no voy a sufrir” y por más lógico que parezca, las emociones tienden a mostrarse por alguna parte. Lo que no dices tú, lo dice tu cuerpo y/o alguna conducta que otros sí van a observar aunque insistas en negarlo. 

Nos acerca más a la realidad de la pérdida de ese algo o alguien. Quieras o no, te obliga a ver de la forma más cruda que lo que estuvo ya no está, por decisión propia o del otro. Cuando terminas una relación de pareja, por ejemplo, esa ruptura inevitablemente desencadena un proceso de duelo y es natural que duela separarse de la persona que amas, pero ahora lo ves mejor. Más real, más concreto. Ya no está la idealización, ahora observas que era posible la ruptura de la relación, sea cual fuere la razón. Cabe decir que esto se alcanza una vez has llegado a la etapa de negociación y aceptación. Durante la negación, la ira y la tristeza podría haber un anclaje al pasado. No has reconocido la ruptura, te molesta que haya sucedido y te entristece la idea de que no puedan retomar la unión. De la misma manera, si te vas del país, si dejas tu casa, si botas a la basura ese jean que tanto te gustaba porque te lo dio tu padre fallecido, el duelo se hará presente. Y así es, presente. Porque vivirlo implica estar en el aquí y ahora, emocionalmente hablando. Tus pensamientos podrán estar fijados en lo que fue o en lo que vendrá, pero la tristeza la sientes justo en ese momento y cada vez que recuerdas, duele. 

Algunas personas luego de experimentar una pérdida, llevan a cabo cualquier conducta que los mantenga alejados de posibles pérdidas. Lo que no saben es que este tipo de estrategias los lleva a actuar de manera que aumenta la probabilidad de perder ese objeto amado (sea cosa, animal o persona) y así, una vez más, se confirma lo doloroso que es sentirse triste por haber dejado ir eso que tanto querías. Otras personas se quedan ancladas en la etapa de negación y sólo consiguen postergar el dolor, pero no evitan que aparezca. En algún momento y de manera súbita, empieza el malestar psicológico y en ocasiones hasta físico, que es la alerta de que hay algo que elaborar. 

Nos separa de aquello que se fue, que dejó de estar. Y así, nos prepara para sentirnos libres para recibir ese nuevo hogar, ese nuevo amor y ese nuevo objeto. Facilitará el vínculo e incluso, podría hacerlo más fuerte y más real: saber que en cualquier momento, no sé cuándo, ya no estará. Pero mientras esté, lo voy a disfrutar. 

¿Ha cambiado tu perspectiva acerca de experimentar el dolor? Si la respuesta es positiva, habrás adoptado una nueva manera de mirar el duelo y cuando vuelvas a experimentar una pérdida, sabrás que aunque es doloroso, te va a permitir conocerte, ser más objetivo y abandonar el apego patológico. Si la respuesta es no, es válido. Será la experiencia la que te indique si tus pensamientos, emociones asociadas y las acciones llevadas a cabo corresponden con un duelo bien elaborado o si te quedaste postergando, negando y evitando el dolor por haber perdido.

sábado, 6 de junio de 2015

¿Te amo o te necesito?: del amor a la dependencia afectiva.




La pregunta con la que titulé este post está relacionada con múltiples aseveraciones que he escuchado dentro o fuera de mi consulta respecto a la relación de pareja. Hay una especie de mutación en el amor, comienza a distorsionarse el afecto y empezamos a necesitar al otro, tanto como la comida o el agua. ¿Cuándo sucede esto? pocos notan el inicio del amor patológico, de la dependencia emocional, otros se dan cuenta que comenzaron a aferrarse a su pareja para sentirse realmente atendidos y protegidos, como una madre que cuida a su bebé.

Esto de necesitar al otro suele surgir de esquemas mentales asociados a la dependencia, a creer que sin ayuda no podré, sin nadie no sé cómo ser feliz, si no me quieren ¿Qué voy a hacer? y un largo etcétera que va socabando la propia valía, la voluntad y nos convierte en personas sumisas, sin voz, sin autonomía. ¿Han observado cuando él le dice a ella que no use ese vestido por ser muy corto? ¿Han visto cuando ella le dice a su novio a quién debe tratar y a quien no? Identifique al sumiso y sabrá quién depende de quien.

La dependencia emocional te resta energía y vitalidad, es ser un "muerto vivo", existen personas que tienden a buscar a este tipo de gente para lograr que otro dependa de ellos. No es igual alguien que en ciertas situaciones ha actuado o comunicado de forma sumisa a alguien que es constantemente sumiso; cuando somos dependientes no sabemos decir que no, es una tarea muy complicada y estamos en modo obedecer al otro, aunque en el fondo no queramos hacerlo. El dependiente emocional posee baja autoestima, se desvaloriza y piensa que lo malo que le sucede es porque se lo merece. ¿Conocen a alguna mujer maltratada por su esposo? muchas de ellas creen, muy convencidas, que merecían ese golpe o ese insulto porque "ellas todo lo hacen mal"

El dependiente emocional se culpabiliza, se calla, tiene miedo a expresarse, no defiende su integridad y autonomía, deja que sea el otro quien tome decisiones sobre su vida, se subordina y le teme profundamente a la soledad. Tiene gran dificultad para tomar decisiones, su estado de ánimo es inestable, necesita apoyo o consejo para actuar. Es importante aclarar que tenemos personas con rasgos dependientes y otras con un trastorno de personalidad dependiente, donde la diferencia radica básicamente en la áreas de vida que se están viendo afectadas y si el nivel de funcionamiento del invididuo se encuentra comprometido a causa de las características de este trastorno. Hasta ahora sólo he descrito los esquemas mentales que están alrededor del mismo.

Estar alertas ante fuertes y constantes demostraciones de tu pareja por ejercer control y dominancia sobre ti, te impulsará a buscar ayuda a tiempo. Negar que nada pasa, que todo va bien, que "sólo fue un golpe, me prometió que no lo volverá a hacer" son indicadores de que algo anda mal y podría ir peor. Generalmente, la persona dependiente experimenta síntomas ansiosos y depresivos cuando se siente solo y desamparado, no tolera el abandono, de hecho, es uno de sus más grandes miedos.

¿Cómo identificar que ya no estás amando a tu pareja sino que lo estás necesitando? Comienza a generarte ansiedad cuando no está, cuando dejó de escribir, cuando tiene muchas horas sin ponerse en contacto y crees que fue tu culpa, que algo hiciste para que eso sucediera, cuando aceptas que te domine y te diga qué hacer, cuando permites que te agreda verbal o físicamente y tengas temor a defenderte porque creas que te va a dejar, cuando llevas a cabo acciones desesperadas para que no te abandone, cuando tus celos ya pasan a otro nivel y piensas que te puede dejar por otra persona en cualquier momento. Cuando imaginarte un segundo sin él/ella a tu lado, es como si tu mundo se derrumbara, te sentirías indefenso, ya no sabrías qué hacer; cuando toleras aquello que en algún momento no era negociable para ti, cuando tu estilo de comunicación es pasivo porque "prefieres no discutir" y que luego se moleste y te abandone. Y así muchos indicadores más que evidencian dependencia afectiva, sumisión y la expresión "te necesito"

En el caso de parejas, también se presenta de manera común la co-dependencia. No sólo es uno el dependiente, son los dos y es mucho más complicado que alguno lo note porque parecen estar en el mejor momento de la relación, están juntos siempre, hacen juntos la mayoría de sus actividades, algunos trabajan y/o estudian juntos y tienen esa "necesidad" de no poder estar lejos del otro, tratan de estar en el mismo nivel, se dicen las mismas frases, se responden como el otro lo espera, es una simbiosis, y en ocasiones es difícil diferenciarlos porque suelen comportarse de manera similar.

El dependiente emocional será capaz de seguir tus pasos para captar el 100% de tu atención, aún teniendo una perspectiva diferente de la vida, va a ser y hacer lo que digas para lograr aceptación. El sumiso no necesariamente es dependiente, pero el dependiente ES sumiso, muy complaciente. Por ejemplo, ceder ante una situación para evitar un problema mucho más grave, es una postura sumisa; no defender tus ideas y callar o decir lo que el otro quiere escuchar, será una postura dependiente.

A pesar de los esquemas con los que hayamos crecido, es posible cambiar y ser mejor. Ser independiente es maravilloso, te puedes expresar sin miedo, decirle al otro lo que realmente piensas y sientes, no te interesa agradarle o no, sólo ser tú. Tener iniciativa, poseer una buena capacidad de riesgo, ser observador y crítico, mirar hacia dentro antes de juzgar, reconocerte, quererte, valorarte y conocer lo que tienes para ofrecer y que bajo ninguna circunstancia vas a permitir que otro te humille, te grite, te insulte y haga contigo lo que desee, te describirá como alguien independiente.

Una persona independiente, que reconozca su individualidad podrá compartir su vida con otro sin que parezca una especie de "fusión" sino una relación, donde somos dos y te permito ser tú, sin intentar cambiarte, acompañándote y apoyándote sin que tengas que rogarme. 

No te necesito, sin ti también podría seguir viviendo. Te amo por quien eres, te acepto, te respeto y también me amo, me acepto y me respeto.