sábado, 30 de agosto de 2014

De las intenciones a las acciones




Me he preguntado en muchas oportunidades ¿Cómo sería este mundo si pudiéramos tener la capacidad de conocer las verdaderas intenciones de otros? Probablemente, sería más hostil de lo que ya es o quizá estaríamos conformes con conocer la verdad, esa que tanto clamamos y al final nos da miedo escuchar. Considero que hay un espacio grande entre las intenciones y las acciones, porque aunque estas últimas definen quienes somos ante los ojos de los demás, detrás de cada conducta hay un motivo, voluntad, emoción, pensamiento. Nuestro cerebro no nos hace actuar sin que haya una razón (a veces no tan racional) para hacerlo.

En ocasiones, observamos personas que se comportan de manera amable, comunicativa, cariñosa y pare de contar, pero un buen día descubrimos que actuaron de manera negativa, dañando a otro o a sí mismos. Hay quienes saben muy bien cómo ocultar sus intenciones, sin embargo, para los más observadores (y ni hablar de los paranoicos) la conducta del otro estará bajo evaluación y sospecha hasta que se demuestre lo contrario. Es esta diferencia entre intención y acción la que nos hace dudar del otro, porque inmediatamente preferimos no confiar, apartarnos y para colmo, colocarnos una armadura mental para que nadie pueda conocernos a fondo. Sobreviene la generalización y metemos en el mismo saco a las demás personas.

Hace unas horas leí el término, bastante utilizado por cierto: "doble moral" y me causó gracia, les explico por qué: el hecho de que el otro sea capaz de hacer lo que una vez dijo que no haría, estando en contra de sus "principios y valores", simplemente cambió de opinión, de percepción, de punto de vista. La moral está implícita en la sociedad, pero si evaluamos individuo por individuo, encontramos que quienes son apegados a las normas y que no mueven un dedo sin que su código moral no se vea afectado, sufren. Experimentan angustia porque "no deben" hacer lo que han dicho que no harían y si lo hacen, viene un juez de esos que andan por las calles y los podría señalar diciéndoles "tienes doble moral"

Entonces, si en una época de tu vida fuiste una persona que salía todos los fines de semana a una fiesta y estaba en un "living la vida loca" y decidiste modificar este aspecto de tu personalidad, convirtiéndote en alguien más tranquilo, menos rumbero, más selectivo, ¿significa que tienes "doble personalidad"? si criticas a las prostitutas y te conviertes en una mujer promiscua, ¿es "doble moral"? yo lo llamaría incongruencia. La mente de una u otra forma entra en conflicto cuando queremos una cosa y debemos hacer otra, aún así, para eso somos seres pensantes y podemos elegir qué decir y qué hacer, incluso si vamos a hacerle daño a alguien, es una elección, una decisión.

Las intenciones pueden diferir significativamente de las acciones, pero es como un asesino que nos diga "yo no lo quise matar" y el juez vaya a declararlo inocente. Las acciones una vez hechas, no tienen vuelta atrás. Sin embargo, tendríamos que ser cuidadosos al "lapidar" a esta persona, ¿Por qué no controló su impulso? ¿Por qué si no quiso matarlo, lo hizo? a veces esto tiene una explicación, incluso, biológica. De igual manera no lo exime del crimen cometido y es muy probable que su verdadera intención sí haya sido cometer el asesinato, pero esa verdad podría morir con él.

Es necesario ajustarse porque no estamos solos en el mundo, no podemos controlar ni cambiar al otro, por eso existen tantos prejuicios. Queremos de cualquier manera que los demás tengan un comportamiento que nosotros tendríamos en su lugar, allí no habla más que nuestro narciso. Sí, es lamentable la traición, el engaño, la incongruencia y el malestar es directamente proporcional a tu nivel de expectativas, por esto, las intenciones podrán ser las más negativas, abrumadoras e incorrectas o las más armoniosas, aceptables y no cuestionables, pero son tus acciones las que determinarán la congruencia con estas. No es fácil encontrarse en este vaivén, tienes la capacidad de decidir si hacerle caso a tu intención o no. 

En mi opinión, la manera más fácil de no caer en incongruencias es reflexionar acerca de las acciones cometidas (negativas o positivas), ser empático y entender lo que el otro sintió y pensó, no quedarse con un sólo punto de vista, comparar criterios y tratar de equilibrar una explicación. Hay personas que tienen que aprender a no hacer daño, otros disfrutan hacerlo. De no existir esta diversidad, no estaría escribiendo esto. Seríamos tan iguales como aburridos, es nuestra decisión ver el árbol o ver el bosque.