Hace unos días iba
caminando por la calle cuando miré a una pareja de adolescentes tomados de la
mano y pensé “qué bonito es el primer amor… aunque a veces sea atropellado”
(suponiendo que era ese el primero) y así como en muchas ocasiones, la primera
vez que hacemos algo, no suele salir del todo bien; pareciera entonces que es
el momento de cometer el primer error o “meter la pata”, sin embargo, es natural
que esa porción de error esté presente en lo que hagamos, pues no somos
perfectos. Y les digo, aunque algunos insisten en que comenzar un noviazgo en la
adolescencia y permanecer juntos para siempre es lo ideal, a veces no es así.
Cuando somos
adolescentes vivimos cambios profundos, tanto físicos como psíquicos que
constituyen caracteres propios y que los experimentamos dependiendo de las
condiciones psicofísicas, raciales, culturales, entre otras, que van a
determinar de cierta manera nuestro comportamiento. Surge entonces esa necesidad
de estima, de ser queridos por alguien más, que no sea un familiar, que sea un
extraño con quien puedan experimentar eso que llaman amor y vivir un noviazgo.
Aunque en nuestra
adolescencia tengamos modelos sobre cómo formar pareja, realmente nadie nos
enseña a querer, sumado a esas preguntas existenciales de ¿Quién soy? , ¿Hacia
dónde voy? Y ese pie en la adultez y el otro en la niñez, nos sentimos confundidos
y nos preguntamos más y más acerca de nosotros y de lo que hacen o dicen los
otros. “Mamá, ¿por qué si fulano puede tener novia, yo no?” y así vamos hasta
encontrarnos en un caos psicológico que creemos calmar con una relación de
pareja.
Aprender a querer a
alguien más es una tarea individual y subjetiva. Nos fijamos en su mirada, en
su sonrisa, en su forma de caminar y luego vamos conociendo cómo se comporta
ante cada situación o persona que se presente y sin notarlo comenzamos a
sentir afecto por el otro, nos identificamos porque nos gusta el mismo tipo
de música, las mismas películas y hasta la misma comida. La confianza hacia el
otro crece de acuerdo con nuestro estado emocional y nos va a empujar a
involucrarnos con este. Almas gemelas, media naranja, el amor de mi vida. No
habrá más, con esta persona me quedo.
La experiencia es
nuestro respaldo al momento de crearnos conceptos sobre algo en específico, por
más que conozcamos su teoría, la práctica es lo que nos dará la veracidad de la
misma y así también sucede con las relaciones de pareja. Sí, es posible conocer
y quedarse con la única persona de la que te enamoraste desde que eras un niño,
pero no tendrás mucha información al momento de saber si es sana esa manera de
amar o no. Con esto no significa que mientras más parejas tengas, mejor. No.
Significa que mientras de mejor calidad sea cada relación que vivas, podrás
identificar las fallas y tratar de no repetir errores. Con una única relación
se hace más complicado revisar qué hay que cambiar. Toda relación de pareja
está llena de cambios, eso la hace crecer y ser funcional.
Cuando vivimos una
relación de pareja y esta termina la realidad cambia, ya no se siente tan
bonito y aquí es donde comprendimos lo aprendido durante esa relación y el
dolor sirvió de maestro o donde lo único que aprendimos fue a colocar etiquetas a las personas para
descartarlas porque sufrimos luego de la ruptura. Es este el ejercicio a realizar.
¿Qué me quedó de esa primera relación? de esa persona que conocí en el
colegio y me encantó desde el día uno. Ahora que crecí, ¿Cómo no repetir lo
malo que aprendí y seguir buscando lo bueno? Aunque haya quienes comiencen a
tener pareja al inicio de la etapa adulta, también es prudente realizarse estas
preguntas si ese vínculo se llega a romper, pero lo general es que nos
involucremos afectivamente desde temprana edad.
Lo seguro es que la
experiencia servirá de referente en un futuro y va a formar parte de las
creencias acerca de una relación afectiva. Justo por eso es delicado, porque
aún no se ha alcanzado un nivel de madurez emocional que corresponda con lo que
implica comenzar y mantener una relación de pareja. Aún así, ¿Cómo negarles a
los adolescentes que se enamoren? Imposible, pero sin duda como padres o amigos
podemos intentar orientarlos en semejante camino, que sí, es maravilloso pero
lo percibimos de esta manera cuando ya hemos recorrido mucho de ese trayecto y
con cada vez, amamos mejor, por más que hayamos repetido el patrón inadecuado,
un día despertamos y nos damos cuenta que el amor no duele, no te hace sufrir y
no hace falta demostrarlo incesantemente para confirmar que existe. El amor ES, así, sin más.
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