domingo, 17 de mayo de 2015

Estilos parentales: ¿Cómo estoy criando a mi hijo?

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Este post pretende ilustrar de acuerdo con la teoría cognitiva, cuáles son los estilos parentales y las consecuencias de los mismos en la vida del niño. Si bien cada padre tendrá una manera de criar a su hijo, no está de más autoobservarse y revisar si existe alguna enseñanza de un patrón inadecuado que pudiera afectar la psiquis del pequeño.

La manera en la que son criados los niños influye significativamente en el desarrollo de pensamientos, emociones y conductas creando esquemas que podrían llevarlo a comportarse de cierta manera durante el resto de su vida. Los estilos parentales son básicamente la forma en la que criaremos a nuestros hijos y el aprendizaje que le será transmitido de acuerdo con el propio comportamiento. Para la psicología cognitiva, estos estilos forman parte del desarrollo de esquemas tempranos y se ha encontrado que, por ejemplo, estilos parentales críticos, intrusivos y despreciativos tienen relación con niños con baja autoestima, elevada autocrítica, ansiedad y depresión. 

Para describir mejor los estilos parentales, tenemos:

Estilo democrático: estilo flexible, tolerantes, pero con límites claros. Estos padres permiten que sus hijos opinen y les colaboren con cariño. Logran mezclar adecuadamente la disciplina con el amor. 

Por ejemplo: estás con tu hijo haciendo la tarea, le indicas los pasos a seguir, además de que le dices cuando lo ha hecho bien y aceptas cualquier pregunta que haga al respecto por más tonta que suene. Comprendes que está aprendiendo y si se equivoca, corregirlo con afecto, explicando lo mejor posible en dónde estuvo su falla.

Este estilo ayudará al niño en su desempeño mental y social y podrá aumentar su rendimiento académico. También poseerá autoestima adecuada y habilidades sociales que le ayudará a relacionarse mejor con los otros.

Estilo autoritario: patrón restrictivo, impositivo, donde se espera obediencia absoluta y se hace uso de la fuerza para controlar a los niños. Más concretamente, estos padres utilizan castigo o retirada de afecto si el niño desobedece. 

Los resultados de este estilo serán moderados a nivel académico, teniendo a su vez, niños más dóciles que los hijos de padres permisivos, también se ha encontrado que podría generar conflictos crónicos y desencadenar trastornos de personalidad.

Siguiendo el ejemplo anterior, le exiges al niño que haga la tarea tal y como lo dices sin que reciba algún incentivo o refuerzo positivo, y si se niega a hacerla, lo castigas o lo tratas con agresión o indiferencia.

Estilo permisivo: padres tolerantes y con pocas exigencias, que le permiten expresar los sentimientos a sus hijos, pero con carencias de normas y control. 

Los niños criados bajo este estilo parental muestran rendimiento académico bajos y consumo de drogas.

Continuando el mismo ejemplo, dejas solo a su hijo para que realice la tarea y si este se niega a hacerla, vas y la haces por él. 

Tomando en cuenta estos estilos, existe una correspondencia entre ellos y las experiencias emocionales vividas durante la infancia. Los esquemas maladaptativos tempranos podrían ser los siguientes:

Esquema de abandono: pérdida temprana de uno o ambos padres (alta probabilidad de personas con temor al fracaso y a la pérdida. También crearán apegos afectivos no saludables)

Esquema de ausencia de afecto: negligencia física o emocional (en el futuro, personas con baja o ninguna capacidad para establecer vínculos afectivos)

Esquema de dependencia: enfermedades físicas a temprana edad que llevan a una sobreprotección por parte de los padres (rasgos dependientes en el futuro o más grave: trastorno de personalidad dependiente)

Esquema incompetencia o defectuosidad: críticas destructivas constantes hecha por cuidadores poco sensibles y empáticos, lo que hará que el niño desarrolle una exagerada autocrítica (desencadenará una baja tolerancia a la frustración, indicador que podría detonar trastornos del estado de ánimo como la depresión)

Esquema de inamabilidad/antipatía: rechazo de los padres (personas que tenderán a aislarse y evitar el contacto social, y cuando lo experimenten, será inadecuado)

Esquema de desconfianza: abuso de cuidadores u otras personas donde el niño se ve obligado a satisfacer las necesidades de los maltratantes (en el futuro tendrá una interpretración negativa de su entorno y considerará que cualquiera podría hacerle daño)

Los esquemas maladaptativos producto de estilos parentales inadecuados ocasionarán dificultades en el desarrollo psicoemocional del niño, que sin duda repercutirá en su adolescencia y su adultez. Aunado a esto, circunstancias como el maltrato infantil o la ausencia de afectivo desencaderán trastornos graves en el niño.

Para crear apegos seguros, los cuidadores o padres deben reunir seis atributos:


Sensibilidad (ser responsivo a las necesidades del niño)

Actitud positiva (expresar afecto) 

Coexistencia (reciprocidad y suavidad)

Cooperativa (interacciones donde madre e hijo atienden a lo mismo)

Apoyo (atención despierta y ayuda) 

Estimulación (dirigir con frecuencia acciones hacia el niño)

Generalmente, son los padres con ciertas características o condiciones especiales quienes se convierten en cuidadores ineficientes o insensibles, y al momento de tener hijos trasmiten este patrón. Padres y madres deprimidos disminuyen sus estándares de cuidado, generando en sus hijos esquemas mentales depresivos y baja autoestima. Padres y madres maltratados pese a sus buenas intenciones de no repetir el patrón, pueden retirar fácilmente el afecto. Los embarazos no deseados hacen que los padres se distancien de sus hijos, lo cual repercute en el desarrollo del niño y en su propia autoestima. Y por último, algunos estilos educativos favorecen la privación afectiva; los padres que adoptan un estilo de "dejar hacer" y no se implican en la educación de sus hijos afectan negativamente a los mismos (como en el ejemplo de los padres permisivos)

Es claro que el rechazo por parte de padres o cuidadores, afectará psicológicamente al niño y en el futuro tendrá alta probabilidad de desarrollar estilos de pensamientos inadecuados y disfuncionales, además de una baja autoestima que lo predispone a padecer trastornos afectivos.

En conclusión, aunque no existe un guión de cómo ser un buen padre, siempre podremos cuidar activamente a nuestros niños. Quienes son padres, revisen cómo lo están haciendo, ese pequeño ser algún día será un adulto como tú y como yo y si deseamos una sociedad -en la medida de lo posible- funcional, la clave está en criar adecuadamente a los hijos. No tienen que ser perfectos, no hay que competir por quién tiene el mejor hijo. Se trata de enseñarles lo mejor de nosotros y que ellos escojan lo que les sirva para su vida.

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